miércoles, 20 de junio de 2012

Todo bien.

Normalmente, o la mayoría de las veces, al escribir tengo un tema en mente y lo voy desarrollando, pero hoy como que no estoy con las ideas organizadas, así que amigo (a) lector (a) lo que usted está a punto de leer carece de coherencia, fluidez y todo aquello que me enseñaron en el seminario de Redactar para convencer, eso si, no voy a pasar por alto la ortografía, es como manejar la bici o bajar la poceta después de cagar: una vez que lo aprendes no se te olvida ¡nunca!. Hecha la advertencia, paso a escribir la siguiente mamarrachada:

Esta mañana, mientras iba en la camioneta hacia el Registro, di rienda suelta a mis pensamientos (para variar), y entre el ruido de las cornetas, el masticar de la gorda que iba a mi lado y el programa de radio nefasto que suena en todas las camionetas de la ciudad (si, Samir, tu programa me parece bastante nefasto) me di cuenta que después de todo como que disfruto lo que hago y que, por ahora, todo va bien.

Es rico sentir que todo va bien, de verdad, una anda como más relajada, te detienes a pensar un poco más en las cosas, tomas mejores decisiones, asumes responsabilidades cuando la cagas y pasas la página, porque a fin de cuentas mañana es otro día. Ciertamente, he estado ocupadísima haciendo cosas nuevas y aprendiendo otras tantas, y he hecho cosas repetidas, pero esta vez es como diferente, creo que cambié. No, mejor dicho, tengo la firme convicción de que cambié. Crecimiento se ajusta más a lo que está pasando; crecimiento en sentido personal y laboral, porque físicamente sigo igual de bajita que siempre, no importa en cuáles tacones vaya montada pateando la ciudad entera.

Espero que ahora, que he cambiado, también lo haga la temática del blog porque siendo sinceros andaba medio dramática, como dirían por ahí: ¡Bájate de esa tarima, Lupita Ferrer!.

No tengo ganas de seguir escribiendo, sólo quería decir una cosa: 
por aquí todo va bien,¿ y por allá?.