miércoles, 25 de septiembre de 2013

Del futuro y otras incertidumbres.

Hace algún tiempo escribí que no sabía qué hacer con mi vida. Bueno, eso aún no ha cambiado.

Me he hecho tantos replanteamientos en estos últimos meses que para cumplir con todo lo que he pensado debería tener las siete vidas de un gato, no obstante he logrado cumplir una de las metas más importantes de este año y el siguiente paso sería buscar un trabajo (sí, es que al final me decidí y dejé el que tenía, a mi el modo Esclava Isaura no se me da), el asunto está en que no quisiera trabajar de esto pero, paradójicamente, es lo único que sé hacer. Por ahora.

Y de pronto se aparecen miles de si (condicionales, siempre condicionales) en mi cabeza: Y si busco un trabajo de esto para cumplir la segunda meta
Y si empiezo de nuevo, total, no sería la primera vez
Y si hago el postgrado de una vez, debería hacerlo, pero no se si quiera
Y si quiero hacerlo pero no se cual de todos
Y si estudio una cosa diferente, algo que de verdad me apasione
Y si...
Y si...
Así se me van las horas y un montón de neuronas, y no me decido.

Por otra parte, ya la mayoría de mis amigas se están comprometiendo. Ya están viviendo su futuro, que ya no es futuro sino presente, y que para mi se ve tan lejano. Muy muy lejano. Sigo pensando en un imbécil que de seguro ni se acuerda de mi, imaginado todos los posibles escenarios en los que podamos reencontrarnos de nuevo (en todos siempre estoy bien y él mal por haberme perdido), preguntándome si esto de verdad va a ocurrir o si es sólo un mal consuelo o el producto de todas esas tonterías que suelen decirnos las personas en esta situación o lo que hemos visto miles de veces en novelas. Aquí también aparecen los miles de si, agolpándose en mi cabeza, gastándome las neuronas.

Se me acaba el tiempo y debo tomar una decisión. Creo que no la termino de tomar porque tengo miedo, de las dos cosas: de fracasar o de triunfar, de lograrlo o de morir en el intento, de vencer o de resultar vencida... Supongo que debería dejar de pensar y empezar a actuar y dejarme de mariqueras, porque hasta tú, que estas leyendo esto, habrás pensado con absoluta certeza, que estas son mariqueras y nada más.

No me queda de otra que seguir el mantra que decíamos siempre en el cole: "Adelante, siempre adelante. Dios proveerá*". 
 Y así Dios se come un poquito este marrón

* El anterior mantra del que hablé, es en realidad un pensamiento de Madre Carmén Sallés.