sábado, 2 de marzo de 2013

Más allá de los 21K



  Es preparación. Entrenar durante seis meses no fue fácil, sobre todo cuando tienes que pedirle prestado algo de tiempo a Morfeo, al Jefe, a la Universidad y a tu vida social.

  Es querer y poder a la vez. Es querer vivir el asfalto caraqueño y poder ver a Caracas desde otra perspectiva totalmente alentadora, en la que un gran mar de gente se apoderó de las calles y no existe la derecha ni la izquierda, sólo un color: el verde esperanza.

  Es soñar, ilusionarse con la idea de salir de la rutina dominguera y vivir un día distinto.

  Es sentirse única frente a ocho mil personas más que luchan por lo mismo.

  Es llegar a la meta y ver a los tuyos esperándote justo ahí, orgullosos de ti y de lo que has logrado.

  Es también llorar, a veces de dolor pero mayormente de alegría.

  Es encontrar en la meta a una persona totalmente distinta a aquella que dejaste cuando empezaste a correr, insegura y llena de dudas por el reto tomado, pero que ahora es feliz, está orgullosa, segura y confiada, una mujer #conhuevos que se siente invencible y que todo lo puede, siempre que lo quiera.

  En fin, es como la vida misma. Al principio todo es fácil, estás entusiasmado por el recorrido y por el viaje que emprenderás, pero a medida que avanzas todo se vuelve cuesta arriba y quieres hacerte a un lado porque sientes que ya no puedes más, sin embargo, recuerdas que esto es lo que has querido, que lo has soñado durante mucho tiempo y te reconforta saber que al llegar a la meta está esperándote todo aquello que anhelas y por lo que te estuviste preparando durante mucho tiempo; es dejar los miedos atrás y hacer un último esfuerzo, porque al final de todo, no importa lo que piensen los demás, te sientes bien contigo misma y, más aún, eres feliz...

  Me siento orgullosa de haber participado en la tercera edición del Maratón CAF que se celebró el pasado domingo 24 de febrero y, aunque intento describir con palabras todas las emociones que viví ese día, siento que me quedé corta... Pensándolo mejor, hay una palabra que resume todo lo que siento:

¡F   E   L   I   C   I   D   A   D!