martes, 6 de enero de 2015

En resumen

Hemos vuelto a la Tierra. Aún cuesta y duele saber que los paseos a la Luna hayan llegado a su fin.

Aún pienso en él, en el lunático de ojos claros y cabellos oscuros, de piel blanca como la leche y salpicada con pecas, de manos y pies delicados, de labios delgados...

En nuestro último paseo me llevó a su mundo y me confió cosas que yacen en el fondo de su ser. Conocí sus demonios, sus culpas y penas. Recorrí cada centímetro de su piel con besos y caricias, las mismas que le daban cosquillas. Lo veía dormir y despertar, se veía tan indefenso mientras viajaba a otros mundos con los ojos cerrados, mientras me apretaba la mano, no sé si para sentir que yo estaba ahí junto a él.  Disfruté sus risas, sus juegos y sus miradas.

Todos los días se iba a volar. Al principio no lo notaba, pero luego aprendí a reconocer las señales: se ponía ansioso y su humor cambiaba constantemente, caminaba con prisa al saber que estaba a punto de despegar, volaba y luego regresaba a mi, entonces se volvía dormilón y luego irascible, era como una montaña rusa de emociones...

Cada noche rezo por él, hace tiempo que no hablaba con Dios en las noches, pero he empezado a hacerlo. Le pido que lo ilumine y le de las fuerzas necesarias para salir de allá donde habita y pueda lograr las cosas que se propone, pueda salir del hueco y tenga la voluntad de mantenerse fuera de él. 

Jamás había sentido la necesidad de rezar por alguien, pero es el último recurso que me queda, ni mis palabras, ni mis besos, ni mi apoyo ni mi esfuerzo bastaron para ayudarlo ¡y vaya que lo intenté!, sólo espero que una fuerza, más grande que yo, lo ilumine y lo ayude, que alimente en él la fuerza necesaria para sobrevivir.

Yo, en cambio, he vuelto a mi trabajo, a mis estudios y a mi vida sin él. No ha sido para nada fácil y me cuesta andar por las calles de esta Ciudad y no sentir que lo veo, siento y huelo en todas partes, aún tengo ansiedad de él y, aunque sé que no es mío y nunca lo será, quiero que le vaya bien.

Por mi lado, desconozco cuánto tiempo me tome, pero sé que todo va a estar bien.